Fue un día como hoy,
cuando tu inercia comenzó a transformarse en movimiento.
(En aquel tiempo)
Como tatuajes los recuerdos comenzarían a marcar
tu antes y tu después.
Signos en la mente y en la piel,
que los años convertirían en cicatrices sin ley.
No hay olvido,ni redención.
Sólo un infinito camino
que generalmente te abruma y asfixia sin compasión.
¿Resignación?
No, lo tuyo no es la conformidad.
No existe para tu agonía un probable final;
porque eres amigo del lamento y el desamor.
Ingrid M. Stevens